Los Templarios, señores del Cinca, Huesca

Esta orden militar, fundada en Jerusalén para la defensa del templo de Salomón, se convirtió, junto a la Orden de Hospital de San Juan de Jerusalén y a la Orden de Santo Sepulcro de Jerusalén en los defensores de los peregrinos hacia la ciudad Santa. Pero también fueron excelentes aliados de los reyes de Aragón en la expansión cristiana.

Los templarios llegaron al Cinca en el siglo XII, especialmente después que el testamento del rey Alfonso I el Batallador les concediera precisamente a estas Órdenes la corona del reino. Insólito testamento que el papado reivindicó, pero cuyo despropósito no fue admitido por la nobleza aragonesa. Sin embargo, como los templarios eran hijos de nobles que, además de ejercer sus devociones como frailes, eran soldados hábiles con las espadas, los condes catalanes y los reyes de Aragón los favorecieron con donaciones territoriales y numerosas rentas económicas. Los lugares con posesiones templarias son innumerables, aunque el desconocimiento sobre el Bajo Cinca ha sido hasta el presente una constante en la Historia de Fraga y en la de la Corona de Aragón.

Localidades y lugares que pertenecieron a la encomienda de Monzón como Ontiñena, Torre Cornel, Chalamera, Ballobar, Ficena, Calavera, Ripoll y Alfántega, estaban ubicadas en lo que actualmente conocemos como comarca del Bajo/Baix Cinca.

El Castillo Templario de Monzón

A 65 kilómetros de Huesca, sobre un escarpado cerro, se alza esta poderosa fortalezas templaria. En época musulmana era una estratégica plaza situada en el límite de los distritos de Huesca y Lérida. En el siglo XI fue tomada por el Cid Campeador al frente del ejército musulmán del rey de la Taifa de Zaragoza. La vida del Cid está íntimamente ligada a esta fortaleza, en la que quedó bajo custodia durante años su famosa espada, la Tizona.

Tras el testamento de Alfonso I el batallador, se creó en Monzón una gran encomienda templaria, que llegó a ser la principal casa del Temple en la Corona de Aragón, centralizando aquí la comandancia militar. En Monzón se convocaron en numerosas ocasiones las Cortes de la Corona y otras reuniones importantes, como las previas a la conquista de Valencia o a los ataques al reino de Francia.

En este castillo pasó su infancia el futuro rey de Aragón Jaime I el Conquistador, bajo la tutela del maestre del templario. En el siglo XIV, cuando el Papa Clemente V ordenó el arresto de todos los miembros de la Orden del Temple, el comendador de Monzón, se hizo fuerte en este castillo. El ejército real sitió la plaza, tras siete meses de asedio los soldados del rey tomaron Monzón. Las posesiones templarias pasaron a la orden de San Juan de Jerusalén. Con el tiempo, la encomienda fue perdiendo importancia, aunque se mantuvo como tal hasta el siglo XVIII.

Muchas de las leyendas del castillo de Monzón hacen referencia a su red de galerías subterráneas. Se dice que los templarios disponían de ocho galerías subterráneas secretas para salir al exterior. Actualmente el castillo cuenta con una serie de paneles informativos, donde se explican algunas de estas galerías con fotos, mapas y dibujos. Las galerías subterráneas no sólo fueron importantes en el asedio final a los templarios, sino que Jaime I también las conocía. Cuenta una leyenda que se escapó del castillo por uno de estos túneles, llegando hasta el río Cinca, cruzándolo a nado con apenas ocho años de edad.

Fuentes y Fotografías:

www.castillosdearagon.es, http://rutascastillosdearagon.blogspot.com.es, y www.aragon.es