Por qué ir al Pirineo en invierno

Cerler

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¿Por qué ir al Pirineo en invierno? Quizá os hagáis esta pregunta. La respuesta es sencilla. La naturaleza ofrece un amplio abanico de posibilidades que muestran la cara más blanca de las montañas, mientras que los municipios mudan su piel, se ponen el abrigo y ofrecen calorías para soportar las bajas temperaturas, dando además fuerzas para pasar una jornada en las pistas de esquí.

Con la llegada del invierno el Pirineo aragonés deja atrás los colores rojos y ocres del otoño para verse transformado en un paisaje de color claro. La nieve copa las cotas más altas y a medida que avanza la estación llega hasta puntos más bajos. Si vais a viajar al Pirineo en invierno nuestra primera advertencia es que no olvidéis las cadenas del coche, ya que en muchos tramos van a ser necesarias para poder transitar sin peligro. También os recomendamos que reviséis el estado del vehículo antes de emprender el viaje.

Formigal

El Pirineo en invierno transforma las laderas en lugares para el ocio. Tal es así que en el territorio altoaragonés encontraréis tanto estaciones de esquí de alpino y de esquí nórdico como caminos para realizar raquetas, nordic walk u otras actividades al aire libre. Tampoco falta el espacio para los trineos, una propuesta para todos los públicos que no necesita conocimientos técnicos para disfrutarla. Se pueden visitar la estaciones de Formigal, Astún, Cerler, Panticosa y Candanchú para practicar esquí alpino. Si lo que se quiere es practicar esquí nórdico, el Alto Aragón cuenta con 138 kilómetros repartidos en 8 zonas, agrupadas dentro de los espacios nórdicos de Aragón.

La nieve trae hasta la provincia a numerosos esquiadores de todo el país, provocando que en localidades como Jaca, Panticosa, Canfranc, Benasque o Sallent haya un ambiente muy agradable, sobre todo los fines de semana, y se programan actividades en los bares y restaurantes.

La temporada también trae consigo los platos de cuchara. Lo más apropiado es utilizar una de boj para degustar las recetas heredadas de años y años de historia. Hay algunos de tradición de pastores como el salmorrejo, con el que con una sola cucharada os llenaréis de energía. También es curioso ver como las chamineras (chimeneas) del Pirineo con sus bellas formas sacan humo, señalando que en ese hogar aún habitan personas.

Otro momento mágico que se puede vivir es cuando el cuerpo nota el contraste del frío del exterior con la calidez de alguno de los balnearios del Pirineo. Estos abren sus puertas y ofrecen un cobijo reparador en plena montaña.

Estas son sólo algunas de las razones. ¿Cuáles son las vuestras? Nos encantaría conocerlas.

Fuente de imágenes: Aramon