Abizanda lanza desde la lejanía su advertencia. La torre de 24 m de altura que Sancho el mayor mandó construir sobre el año 1023 intimida y acobarda. Es el punto defensivo más meridional con el que se querían evitar las invasiones musulmanas sobre los valles pirenaicos. Pero a tenor de su excelente estado de conservación, el torreón, la Torre de Abizanda, logra mucho más. Convertir esta menuda villa del corazón del Sobrarbe en uno de los mejores refugios patrimoniales y espirituales del Pirineo Central.

LA TORRE DE ABIZANDA

Dicen que Abizanda tomó su nombre de la antigua fortificación musulmana sobre la que se edificó la Torre, Abinyuyas.

También cuenta que mientras estuvo habitada, en plena agitación medieval, el Torreón era como una pequeña ciudad defensiva de la que pocos entraban o salían. Tenía de todo. Un almacén en la primera planta. El acceso, por evidentes motivos de seguridad, en la segunda. Los espacios destinados a vivienda en la tercera y cuarta planta. Y en el punto de vigilancia en el voladizo de madera que corona a la torre en su quinto piso.

Hoy su imagen y la sensación de poderío que desprende siguen siendo idénticas. Una persona se siente totalmente insignificante, aplastada y abrumada a su lado.

Es uno de los restos medievales de carácter defensivo más importantes de Aragón. El aislamiento que esta zona ha sufrido a lo largo de la historia ha favorecido su excelente conservación, pero también favoreció la aparición de distintas creencias que han marcado la religiosidad popular de estos valles durante siglos. Aunque también generaron el rechazo, o la desconfianza, con las que otras sociedades miraban a ésta.

El Museo de Creencias y Religiosidad Popular del Pirineo Central de Abizanda

Aquel viejo legado se mantiene en Abizanda gracias a la creación del Museo de Creencias y Religiosidad Popular del Pirineo Central. Un espacio habilitado en la Abadía que se levantó entre la torre y la cercana iglesia de la Asunción, en el siglo XVI.

Su interior recorre y explica el complejo tramado de creencias y rituales que la sociedad pirenaica forjo a lo largo de los tiempos, contra las agresiones, mitad mágicas, religiosas, que enviaba la naturaleza, los vivos o los muertos.

Más info aquí

El Centro de Estudios y Documentación de Aure y Sobrarbe (CEDAS) de Abizanda

La cultura, la etnografía y las tradiciones están muy presentes en el día a día actual de Abizanda, y siempre con una perspectiva de respeto y de aunar esfuerzos.

Algo que se aprecia en la antigua capilla de Santa Ana, reconvertida en el Centro de Estudios y Documentación de Aure y Sobrarbe (CEDAS). Su objetivo, garantizar la conservación de las costumbres, creencias y actividades que durante siglos han humanizado los Valles del Pirineo central.

Más info en aure-sobrarbe.com

La Casa de los Títeres.

Los incansables titiriteros de Binéfar, premio Nacional de Teatro para la Infancia y la Juventud 2009, convirtieron Casa Simona y Casa Lecina en toda una excelente excusa para conocer a Abizanda mirándola con ojos de niños.

Ambas viviendas, unidas por una era y un horno de pan, fueron rehabilitados y transformadas en la casa de los títeres. Casa Simona es el teatro en el que compañías invitadas y los propios titiriteros interpretan sus obras. Casa Lecina es una sala de exposiciones.

Más info en www.lacasadelostiteres.com

Fuente: Libro Pueblos con Encanto del Pirineo