Vigía de la ciudad de Huesca, el Castillo de Montearagón se encuentra imponente sobre una llanura en las proximidades de la ciudad de Huesca.

Cuenta la leyenda que el rey Sancho Ramírez construyó el Castillo de Montearagón aprovechando una de las prolongadas temporadas de nieblas de la Hoya de Huesca, a finales del s. XI; y que tras ella, el wali de Wasqua, al verlo, entendió que estaba llamado a dominar la ciudad que él regía.

Algo mas de diez años después, en 1096, la ciudad de Huesca fue conquistada por Pedro I de Aragón, hijo de Sancho Ramírez. Entonces la dinastía aragonesa lo convirtió en monasterio, capilla real y panteón real.

Dotado con grandes rentas y posesiones, se convirtió en una de las fuerzas económicas mas importantes del reino. Sucesivos hijos legítimos y naturales de los reyes fueron sus abades por decenios durante la Edad Media, y siempre en estricta lealtad al monarca de turno.

La creación de la monarquía hispana alejó el monasterio del favor real y así, a finales del s. XVI, se desmembró su patrimonio; la desamortización y un incendio en el s. XIX, mas su condición de frente en la Guerra Civil española lo redujeron a una ruina.

Su presencia imponente sobre un cerro escarpado de amplia visibilidad, las diez torres que jalonaban su doble muralla y las grandes edificaciones de su interior, pese a estar en ruina, es un elemento esencial de la escenografía de la ciudad de Huesca y de los núcleos de la Hoya, sobre los que en algunos momentos de la historia señoreo.

Antonio Turmo
Presidente Amigos de Montearagón