El Castillo de Montearagón

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Desde las alturas otea el horizonte, preside la llanura y, los muros que todavía quedan en pie, dejan intuir parte de la fortaleza defensiva que fue en el pasado. Si estáis buscando un paseo por la historia, os recomendamos una parada en el Castillo de Montearagón, situado a 4 kilómetros de la capital altoaragonesa, en la zona conocida como la Hoya de Huesca.
Al situarse sobre el árido cerro, a 615 metros de altitud, se advierte el paisaje de la ciudad de Huesca, de la carretera de Barbastro, el Salto del Roldán y, como telón de fondo, la Sierra de Guara y los Pirineos. Una localización estratégica para la defensa de la ciudad de Wasqa (hoy Huesca), por la cual Sancho Ramírez en 1086 ordenó la construcción del castillo. El edificio que nació con funcionalidad militar, se convirtió después en monasterio y capilla real, y, tras la reconquista de la ciudad por parte de Pedro I en la histórica batalla del Alcoraz, llegó a convertirse en la abadía más rica y poderosa del Reino de Aragón, con 104 iglesias a su cargo. Tras un incendio devastador, quedaron los restos del Castillo de Montearagón, declarados Monumento Nacional en 1931. El pasado domingo 2 de junio la Asociación de Amigos del Castillo de Montearagón celebró el Día de Montearagón, con el que año a año se pone en valor este importante monumento.
Lo primero que impresiona al acercarse al castillo es su tamaño. Y es que, a pesar de estar en ruinas, posee unas dimensiones monumentales. Tiene el perímetro amurallado y su planta, hexagonal, abarca 100 metros de eje este-oeste y 55 de norte-sur. La puerta de acceso se situaba hacia la mitad del muro sur, en ángulo de 90º siguiendo el estilo del influjo musulmán, en torno a una torre hoy desaparecida. Una vez dentro todavía se pueden apreciar lo que fueran el refectorio, la biblioteca y los claustros. También cabe una visita al Museo Arqueológico de Huesca, que alberga un capitel románico de uno de los claustros, y con el que se adivina la grandeza de este monumento.
A pesar de su inmensidad y de su historia, una de las razones para visitar el Castillo de Montearagón es su localización. Desde lejos se asemeja a una postal paisajística y, una vez allí, las vistas son impresionantes. De hecho, podéis aprovechar para hacer la aproximación a pie, a través del sendero balizado de la Hoya de Huesca. Se trata de un camino catalogado como pequeño recorrido (PR) de 12 kilómetros desde la ciudad hasta el saso de Montearagón. Además de pasar por la fortaleza, el camino permite disfrutar de las vistas del Salto del Roldán, del que ya os hablamos en otro post; y pasa por un acueducto romano y por el pueblo de Quicena. Podéis encontrar toda la información aquí.